Yo, que debería despertar.
O lo mismo dormir.
Una tinaja a rebosar.
Quizás vacía, o quizás llena
de algo desconocido.
Algo que debo tener en cuenta.
O eso es lo que creo sentir.
¿Soy una tinaja?
¿Lo necesito para vivir?
La última gota que colmó el vaso,
o la tinaja, da igual.
No suele ser un buen presagio.
Sí estamos vacíos, problema.
Pero sí nos colmamos
aún peor es la condena.
Hablamos de hacer lo que nos llene.
¿Llenarnos de qué?
Nunca jamás nos es suficiente.
Pensando sobre esto fríamente,
tengo una teoría.
Somos seres vivos y candentes.
El calor que todos emanamos
genera ebullición
y en cuanto hemos llenado, vaciamos.
Ese calor nos puede forjar,
para añadir,
nuevas tinajas que rellenar.
Teniendo entonces que elegir
cual vacío llenar
sin uno de los huecos herir.
Porque el vacío nos hace daño,
duele tanto...
El vacío puede hacerles daño.
Rebosar también es doloroso,
depende del fluido.
Depende de cual sea su apoyo.
No soy una tinaja, desde luego.
Pero la tengo.
La tengo que llenar, es mi juego.
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