lunes, 3 de abril de 2017

La incertidumbre de la inacción


Hacer las cosas mal es mejor que no hacerlas.
Para hacerlo mal, mejor no lo hagas.

Intentarlo y que salga mal es mejor que acobardarse y nunca hacer el intento.
No te canses de intentarlo hasta que salga, como si los fracasos previos no contasen para nada.

Si no pruebas, nunca sabrás sí será un éxito o un fracaso.
Si sabes que algo va a salir mal ¿Para qué malgastar tú esfuerzo en intentarlo?

Tanta contradicción sólo hace que llevarnos a una enorme confusión. Mientras que los optimistas y los pesimistas discuten entre ellos, nosotros, sin respuesta, no sabemos que hacer, a quién obedecer.

Todos estamos de acuerdo en que la acción, si se lleva a cabo con pericia y con precisión de forma que nos de buenos resultados, será mucho mejor que la inacción. Pero... ¿Es así en el caso de la incertidumbre? 

La incertidumbre es la falta de conocimiento, confianza o seguridad, es decir, el no saber predecir que ocurrirá tras nuestros actos. Si tenemos esta incertidumbre, no sabemos si nuestra acción puede desencadenar un resultado exitoso o un estrepitoso fracaso. Cuando estamos en esta situación, solemos ser pesimistas y pensar solo en las posibilidades de que se desencadene un estrepitoso fracaso. La razón de ello la desconozco, pero es lo que me ha rodeado siempre y supongo que a vosotros también os habrá ocurrido lo mismo. De forma similar a los malos recuerdos, que se fijan más fácilmente que los buenos...

Pero esta incertidumbre puede llevarnos a la inacción por temor a un resultado desastroso. A veces, la inacción es cómoda y nos encontramos a gusto con que todo siga igual, sin ningún cambio derivado de nuestra acción. La gente suele estar cómoda sin salir de su zona de confort. Pero, quizás, si nuestra acción resultase en un desenlace exitoso, nuestra situación sería mucho mejor y, en cambio, en una situación mucho peor si nuestra acción resultase en un desenlace desastroso. En estos casos, la inacción podría estar justificada. Aunque, quien no arriesga, no gana.

El problema es cuando la incertidumbre es tal, que ni si quiera sabes lo que estás arriesgando e incluso sea posible que no estés arriesgando nada. Es decir, el caso en el que unas consecuencias positivas nos mejorarían notablemente la situación pero no tenemos muy claro la magnitud de las consecuencias en caso de obtener un fracaso o, incluso, si ni si quiera habrá consecuencias negativas derivadas del mismo. Este caso suele ser bastante común y es esa incertidumbre la que nos paraliza ya que puede que no ocurra absolutamente nada y tras nuestra acción todo siga igual o que nuestra vida entera se desmorone tras nuestro fracaso.

La cosa es que no suele ser así de fatídico y las consecuencias en casos de incertidumbre no suelen ser demasiado severas. Generalmente, cuando arriesgamos mucho, somos conscientes de ello. Y aun a sabiendas de todo esto, ya que solo estoy escribiendo perogrulladas, esta incertidumbre nos sigue llevando a la inacción, aunque esto tampoco es siempre algo absolutamente negativo...

KB69

No hay comentarios:

Publicar un comentario