- No me convencen sus métodos.
Pienso, mientras escucho consejos.
- A mi tampoco me convence el resultado de los tuyos.
Me respondió mi mente
inmediatamente
llevándome la contraria.
- Quizás el problema no es el resultado.
Contesté
sin tener muy claro a que pregunta
- Quizás el problema es la ejecución.
Mi mente terminó la frase
como se acaba con una vida,
con una elegante estocada.
- Es posible que sea un gilipollas y que no sepa actuar.
Es posible que esté callado, quieto y parado.
Es posible que, a veces, ni yo mismo me aguante.
Disiento con todo el mundo ¿iba a ser diferente conmigo mismo?
Continué en un hilo infinito de autocompasión y desprecio...
Cuando me quise dar cuenta, el rostro que tenía en frente líneas más arriba y con quien compartía una bella conversación parecía haberse cansado de mi, de mi no escucharle y de mi silencio. Pero... si abro la boca, probablemente se canse de mis métodos y sigan sin convencerme el resultado de estos.
Mi mente también se ha cansado de mí y de mis lamentos por hoy...
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