¿A quién no le gustaría coger un coche y ponerse a recorrer una determinada zona sin mapas, GPS ni indicaciones? Simplemente dejarnos llevar, dejarnos sorprender.
Nuestra vida puede ser considerada una de estas rutas recorridas sin conocimiento alguno. ¿Quién me lo iba a decir? Detrás de esa curva que me hizo salirme de la carretera, había un camino hacia un nuevo futuro. Pero elegí mal uno de los posibles desvíos unos kilómetros más tarde y llegué a una angosta y desgastada carretera llena de baches y socavones con multitud de cardos y otra maleza en lo que hacía las veces de arcén.
Podemos comparar nuestra edad, el tiempo que llevamos viviendo, con el kilometraje, la distancia que llevamos recorriendo, aunque no son exactamente equivalentes. Existe gente que lleva existiendo mucho tiempo y no ha vivido nada, al igual que hay vehículos que solo han sido utilizados para recorrer la autopista entre dos ciudades durante todo su kilometraje, en lugar de haber recorrido nuevos caminos.
Hay quienes les gusta llevar bien preparada su ruta, sus paradas, donde repostar, estar localizado en todo momento y saber donde se encontrará durante cada hora de su viaje. Otros, como yo, preferimos tener un leve boceto de nuestro recorrido e ir completándolo sobre la marcha, cambiando de desvío si nos sentimos atraídos por el mismo o tomando atajos, rodeos u otros caminos según se nos va antojando, sin saber dónde nos van a llevar exactamente.
Ahora que, analizando la ruta llevada a cabo durante mi kilometraje, he de decir que algunos de los desvíos tomados me los podía haber ahorrado, determinados atajos en realidad no me han facilitado el camino y rodeos que he tomado han supuesto un gran gasto de gasolina sin aportar mucho más…
Aun no sé decir si es por falta de planificación, por ineptitud, por mala suerte o por un conjunto de todo. Espero encontrar respuesta en alguno de mis siguientes viajes…
KB69