Las almas atormentadas necesitan un lugar
donde sus más profundos pensamientos coexistan.
Donde tengan forma, donde sean algo material,
algo finito, maleable, de forma exquisita.
Las mentes atormentadas necesitan un lugar
donde sus más profundos pensamientos se liberen
para su autor poder desahogar y descansar
de la tan fatigosa carga que estos ejercen.
Aun existen quienes se atreven con el lienzo,
otros los transforman en bellas y dulces armonías.
Yo soy de los cobardes que lo guardan en un cuaderno
de forma desordenada o de bella poesía.
También los hay desahogándose gracias al movimiento.
Movimiento enérgico, orquestado, coordinado,
bajo un mismo ritmo, acoplándose a los tiempos
dictados por sentimientos que sus cuerpos han expresado.
Los escenarios no me han acogido todavía
ni los micrófonos han transmitido aún mi voz.
Los dejaré en el cuaderno que siempre llevo encima,
escondidos, esperando una lectura feroz.
Mas esto no es cuaderno, ni mucho menos recital
donde mis versos puedan esconderse o ascender.
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