sábado, 26 de diciembre de 2020

El tren de la vida

Primo Levi
 
"¿Hay algo más triste que un tren
 que sale cuando se supone,
 que tiene una sola voz, 
sólo una ruta?
No hay nada más triste. 
Excepto, tal vez un caballo de carro, 
Encerrado entre dos ejes 
E incapaz hasta de mirar hacia los lados."


A lo largo de los años que vivimos realizamos un largo, escarpado y sinuoso viaje sin darnos cuenta. Sin tener consciencia, vamos realizando transbordos y eligiendo los vagones donde nos sentamos. Durante algunos tramos del recorrido dejamos la vida pasar mientras observamos a través del cristal el paisaje que nos rodea. Otros nos acercamos al vagón-restaurante para conocer al resto de viajeros y decidir con quien compartimos tramo, vagón, transbordo o destino. De vez en cuando, decidimos tomar las riendas y ponernos a los mandos de la maquinaria para elegir qué vías tomar, hacia donde ir, en qué estaciones parar y quien nos acompañará en el viaje. Incluso existe gente que en medio del viaje decide tirarse a las vías…

Aun con todas las posibilidades que nos ofrece el transporte ferroviario, no hay que olvidar sus limitaciones. La parada y el vagón en los que aparecemos son completamente aleatorios. Hay múltiples paradas en cada punto geográfico del planeta, trenes moviéndose en diversas direcciones y vagones más o menos cómodos. Los billetes no siempre están al alcance de todos, y hay múltiples soluciones a este problema. Hay personas que optan por servir en el vagón restaurante y otras por saltar de un tren a otro con estos en marcha para ahorrarse un viaje o dar un vuelco a su vida. En algunas líneas de transporte, la administración es más solidaria y justa, por lo que parte del importe de los billetes se transforma en pequeñas ayudas para los menos pudientes y mejoras que facilitan el acceso a los destinos más codiciados.

No siempre es fácil elegir qué transbordos hacer. Incluso se hace harto complicado el solo cambiar de vagón o movernos a otro asiento. Otras veces nuestros asientos son tan cómodos y seguros que ni nos planteamos la posible existencia de mejores recorridos, paisajes y destinos. La compañía puede ser tan aleatoria como la estación de comienzo, pero podemos acabar eligiendo con quien compartir vagón, asiento o destino. Si muchas veces es difícil solo cambiar de asiento, mejor no hablar de lo complejo que es tomar los mandos y cambiar nuestros transbordos, elegir una bifurcación de las vías o planificar un viaje y llegar hasta el destino. Para más complicación, se nos hace muy difícil, por más a gusto que estemos quedarnos en un mismo destino tanto tiempo como quisiéramos. Volvemos al tren y continuamos el recorrido o este nos lleva por delante dando por finalizado nuestro viaje.

Después de esta reflexión desde mi asiento voy a continuar mi viaje, haciendo los transbordos pertinentes, compartiendo cabina con mis compañeros de viaje, disfrutando del paisaje y esperando llegar, algún día, a buen puerto.

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