lunes, 29 de enero de 2018

Disculpas, me vine arriba.


Lo sé, lo sé, no debí haber hecho eso, me vine arriba.

Hicieron esta guitarra para que durase y pensé que podría mantenerla intacta pero me llamaron para un gran concierto y no pude pensar en no llevármela. La verdad es que sonaba muy bien, el solo de guitarra fue espectacular (no solo por mi gran habilidad) y tras el último estribillo no pude controlarme, me dejé llevar. Era el último bis del último estribillo de la última canción y la emoción pudo conmigo. Me dejé llevar por la adrenalina y acabé el concierto acompañando al batería, usando la guitarra como única baqueta y el escenario como bombo. Aun así la guitarra aguantó. Después de un par de golpes vino el aplauso del público. Sus alaridos y silbidos me calmaron y pude recuperar la compostura para despedir el concierto ante los espectadores. Gritaron pidiendo otra pero no había guitarra con la que tocar, así que se quedaron con las ganas. Al menos la guitarra es resistente y ahora tiene ese toque ''grunge'' que tanto me gusta, pese a que ahora sea complicado hacerla sonar o, al menos, hacerla sonar bien.

Supongo que como decoración podrá servir. La guitarra era un regalo y no podré olvidar ni el detalle, ni el concierto...

Javier León Gómez.


Ilustrado por Lara Miguélez Salas