domingo, 30 de abril de 2017

Hoy no ha sido un buen día...


En esta siniestra noche os puedo decir que hoy no ha sido un buen día...

En realidad ha sido como cualquier otro día, como un día cualquiera. Eso no significa que sea malo, pero tampoco significa que sea algo bueno.. Es algo bueno: estable, cómodo y estándar. También es algo malo: repetitivo, tedioso e insignificante.

Un día así solo podía ser considerado como una pérdida de tiempo, una pérdida de dinero, una pérdida de vida. Tampoco lo considero así. Hoy he tenido tiempo para pensar.

He perdido el tiempo pensando en el amor y en el desamor, en el futuro y en el pasado, en el afecto y en el odio, en lo cálido y en lo frío, en la riqueza y en la pobreza, en el día y en la noche, en leer y en escribir, en utilizar y en ser utilizado, en subir y en bajar, en reír y en llorar...

Escuchaba todo este murmullo ruidoso en mi cabeza entre la silenciosa noche que rodeaba mi cuerpo.

También pensé en lo mucho que me gusta ir a contracorriente, llevar la contraria, ser siempre la otra cara de la moneda, representar la rebeldía ante la norma, crear conflictos. Bien podéis estar pensando ahora mismo muy mal de mi, o quizás simplemente que estoy loco. Déjenme explicarme. Tampoco es que desprecie el acuerdo, la cooperación, el coro, el mantenimiento del orden frente al caos, la paz. Creo que lo único que he podido confirmar es la duda que mantengo entre ambas caras, sin caer en ninguna de las dos.

Llegados a estas alturas de la noche ya no tenía muy claro, entre tanta oscuridad, si estaba soñando despierto o murmullando dormido. Tampoco me importaba demasiado. Realmente me estaba dejando llevar por mi imaginación y llevando mis sueños a lo más profundo del absurdo. Nada de lo que resonaba en mi cabeza tenía un claro sentido, pero todo se encontraba en equilibrio.

Comencé a soñar despierto sin finalidad alguna, pero con todo lujo de detalles. La última visión que recuerdo es la de una moneda girando, indecisa entre cual de sus caras mostrar. La primera imagen que he preferido olvidar es la de una moneda, ocultando una de sus caras...

En este brillante día no puedo callar mis oscuros sueños de anoche.

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domingo, 23 de abril de 2017

Algo ocurre en el esperar

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Interior con Tinaja de Eugenio Lopez Berrón.
Yo, que debería despertar.
O lo mismo dormir.
Una tinaja a rebosar.

Quizás vacía, o quizás llena
de algo desconocido.
Algo que debo tener en cuenta.

O eso es lo que creo sentir.
¿Soy una tinaja?
¿Lo necesito para vivir?

La última gota que colmó el vaso,
o la tinaja, da igual.
No suele ser un buen presagio.

Sí estamos vacíos, problema.
Pero sí nos colmamos
aún peor es la condena.

Hablamos de hacer lo que nos llene.
¿Llenarnos de qué?
Nunca jamás nos es suficiente.

Pensando sobre esto fríamente,
tengo una teoría.
Somos seres vivos y candentes.

El calor que todos emanamos
genera ebullición
y en cuanto hemos llenado, vaciamos.

Ese calor nos puede forjar,
para añadir,
nuevas tinajas que rellenar.

Teniendo entonces que elegir
cual vacío llenar
sin uno de los huecos herir.

Porque el vacío nos hace daño,
duele tanto...
El vacío puede hacerles daño.

Rebosar también es doloroso,
depende del fluido.
Depende de cual sea su apoyo.

No soy una tinaja, desde luego.
Pero la tengo.
La tengo que llenar, es mi juego.

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lunes, 17 de abril de 2017

Obviedades

“Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio.” -Bertolt Brecht.
''Lo obvio suele pasar desapercibido, precisamente por obvio'' -Jacques Lacan.
''Lo único que el artista no puede ver es lo obvio. Lo único que el público puede ver es lo obvio. El resultado es la crítica de los periodistas.'' -Oscar Wilde.


Es una tormenta entre las nubes,
un rayo de sol en la playa,
morir de sueño cada lunes,
no querer levantarme de la cama.

Es como el hastío en la rutina,
contar jugando al escondite,
cantar bajo la ducha fría,
soñar con él al dormirme.

Algo tan obvio, pero tan necesario
que sin él, nada sería lo mismo.
Todo perdería significado,
todo carecería de sentido.

Es como perderse en un viaje,
el placer durante el orgasmo,
de un viaje, el equipaje,
los naipes en manos de un mago.

Es la oscuridad durante la noche,
la velocidad de una carrera,
el cansancio tras unas flexiones,
los versos en los labios de un poeta.

Quizás demos cosas por supuestas
que, en realidad, no son tan obvias
sin las que no tendríamos respuestas,
sin las que perderíamos toda gloria.

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viernes, 7 de abril de 2017

Es cosa de métodos...


- No me convencen sus métodos.
Pienso, mientras escucho consejos.

- A mi tampoco me convence el resultado de los tuyos.
Me respondió mi mente 
inmediatamente
 llevándome la contraria.

- Quizás el problema no es el resultado.
Contesté
sin tener muy claro a que pregunta

- Quizás el problema es la ejecución.
Mi mente terminó la frase
como se acaba con una vida,
con una elegante estocada.

- Es posible que sea un gilipollas y que no sepa actuar.
Es posible que esté callado, quieto y parado.
Es posible que, a veces, ni yo mismo me aguante.
Disiento con todo el mundo ¿iba a ser diferente conmigo mismo?
Continué en un hilo infinito de autocompasión y desprecio...

Cuando me quise dar cuenta, el rostro que tenía en frente líneas más arriba y con quien compartía una bella conversación parecía haberse cansado de mi, de mi no escucharle y de mi silencio. Pero... si abro la boca, probablemente se canse de mis métodos y sigan sin convencerme el resultado de estos.
Mi mente también se ha cansado de mí y de mis lamentos por hoy...

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lunes, 3 de abril de 2017

La incertidumbre de la inacción


Hacer las cosas mal es mejor que no hacerlas.
Para hacerlo mal, mejor no lo hagas.

Intentarlo y que salga mal es mejor que acobardarse y nunca hacer el intento.
No te canses de intentarlo hasta que salga, como si los fracasos previos no contasen para nada.

Si no pruebas, nunca sabrás sí será un éxito o un fracaso.
Si sabes que algo va a salir mal ¿Para qué malgastar tú esfuerzo en intentarlo?

Tanta contradicción sólo hace que llevarnos a una enorme confusión. Mientras que los optimistas y los pesimistas discuten entre ellos, nosotros, sin respuesta, no sabemos que hacer, a quién obedecer.

Todos estamos de acuerdo en que la acción, si se lleva a cabo con pericia y con precisión de forma que nos de buenos resultados, será mucho mejor que la inacción. Pero... ¿Es así en el caso de la incertidumbre? 

La incertidumbre es la falta de conocimiento, confianza o seguridad, es decir, el no saber predecir que ocurrirá tras nuestros actos. Si tenemos esta incertidumbre, no sabemos si nuestra acción puede desencadenar un resultado exitoso o un estrepitoso fracaso. Cuando estamos en esta situación, solemos ser pesimistas y pensar solo en las posibilidades de que se desencadene un estrepitoso fracaso. La razón de ello la desconozco, pero es lo que me ha rodeado siempre y supongo que a vosotros también os habrá ocurrido lo mismo. De forma similar a los malos recuerdos, que se fijan más fácilmente que los buenos...

Pero esta incertidumbre puede llevarnos a la inacción por temor a un resultado desastroso. A veces, la inacción es cómoda y nos encontramos a gusto con que todo siga igual, sin ningún cambio derivado de nuestra acción. La gente suele estar cómoda sin salir de su zona de confort. Pero, quizás, si nuestra acción resultase en un desenlace exitoso, nuestra situación sería mucho mejor y, en cambio, en una situación mucho peor si nuestra acción resultase en un desenlace desastroso. En estos casos, la inacción podría estar justificada. Aunque, quien no arriesga, no gana.

El problema es cuando la incertidumbre es tal, que ni si quiera sabes lo que estás arriesgando e incluso sea posible que no estés arriesgando nada. Es decir, el caso en el que unas consecuencias positivas nos mejorarían notablemente la situación pero no tenemos muy claro la magnitud de las consecuencias en caso de obtener un fracaso o, incluso, si ni si quiera habrá consecuencias negativas derivadas del mismo. Este caso suele ser bastante común y es esa incertidumbre la que nos paraliza ya que puede que no ocurra absolutamente nada y tras nuestra acción todo siga igual o que nuestra vida entera se desmorone tras nuestro fracaso.

La cosa es que no suele ser así de fatídico y las consecuencias en casos de incertidumbre no suelen ser demasiado severas. Generalmente, cuando arriesgamos mucho, somos conscientes de ello. Y aun a sabiendas de todo esto, ya que solo estoy escribiendo perogrulladas, esta incertidumbre nos sigue llevando a la inacción, aunque esto tampoco es siempre algo absolutamente negativo...

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